jueves, 14 de mayo de 2015

¿SI DESAPARECE EL TEXTO IMPRESO Y SE CONVIERTE EN DIGITAL, DESAPARECE LA LECTURA?

Mucho se ha dicho, al respecto de la desaparición de la lectura y la literatura, si el texto impreso desaparece, ya que la tecnología, ha venido dando pasos agigantados y su cobertura en el mundo es innegable. También es cierto, que los textos digitales (hipertexto), hacen parte importante de la comunicación en la sociedad actual y que se hace necesario incluirlos en los programas de Lenguaje, como parte de las TIC. Pero será cierto que ¿si desaparece el texto impreso, desaparecerá la lectura? Esta es la pregunta que trataremos de resolver a lo largo de este escrito.

En el proceso de la lectura,  se ha considerado la hermenéutica, según Gadamer como el arte de comprender la opinión del otro, que a la vez permite la comunicación entre el pasado y el presente,  y donde la aproximación al texto se realiza desde las circunstancias propias de la persona que lee. “Una historia que tuviera en cuenta el proceso dinámico de producción y recepción de autor, obra y público, y que utilizará una hermenéutica de pregunta y respuesta” dice Jauss (1982:15), mostrando un marcado carácter histórico en su propuesta y recogiendo la idea de Gadamer, de que el texto literario ofrece al lector una respuesta. Más cercano a la semiótica que a la historia, Wolfang Iser, intenta formular el problema de la recepción desde la textualidad.

Considerando, que Laura Borrás Castanyer resume que “La estética de la recepción supone una ruptura con la crítica tradicional desde el momento que introduce el papel del lector en sus postulados teóricos”, sin que la figura del lector sea concreta, apelando al público como si fuera una realidad evidente, se puede suponer  que esto nos conducirá a ver que como docentes, no nos podemos permitir la indeterminación, ya que el centro de la clase es el estudiante, es el prestar atención a todo.

Además, propone Borrás, con base en lo expuesto por Iser, que la lectura hipertextual supone una transformación  a partir de la  interactividad, donde los textos tienen la habilidad de activar los saberes, habilidades y capacidades lingüístico – comprensivas, permitiendo que la percepción sea interactiva, y es esto lo que en últimas se espera de un lector. En la hipertextualidad,  se permite una lectura libre, no impositiva, basada en el número de clics que se deseen dar.

Contrario a lo que se cree, quienes escriben en los hipertextos, requieren de hacer una investigación, una  búsqueda, así es tanto una aventura para aquellos que escriben como para los lectores, esa búsqueda de aquello que atrae su atención. Aquí se rompe la linealidad de la lectura, de la literatura, que se evidencia en el texto impreso,  la mirada en un orden de tiempo y de espacio, para dar lugar a la exploración, a una mirada liberada, no subordinada. Claro está, que sin olvidar que la reciprocidad que se espera en la lectura, casi no se da en la enseñanza a distancia entre la comparación de la literatura y la literatura en internet, porque es una comunicación a distancia,  reciprocidad que si se puede dar en los hipertextos críticos.

Aunque, la oportunidad de estar frente a una obra literaria impresa, es también la experiencia de sumergirse en aquellas hojas transformadas por un autor, por un artista que nos transporta a mundos inimaginados, no podemos cerrar nuestros ojos e ignorar lo que sí es claro,  que la revolución tecnológica ha logrado acortar distancias y tiempo, permitiendo la expansión de la literatura.

El texto impreso no desaparece, sino que sufre una trasformación hacia el texto digital o hipertexto, y que a su vez  tampoco desaparece la lectura, sino que por el contrario se dan nuevas opciones de lectura y relectura, ampliando las posibilidades de intercambio, de cambio del estudiante “mirón” a uno más crítico, aunque, aún se está muy lejos de lograr esa hipertextualidad a la que se espera llegar, la tarea, es desarrollar en las aulas una acción pedagógica virtual, interactiva. La inquietud que nos queda es y ¿cómo lograrlo?




Olga Lucía Gutiérrez Avendaño.


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